jueves, 10 de noviembre de 2011

Esos pequeños seres... Los títulos



¡Hola, amigos!

Hoy os voy a contar la historia de un gran amigo mío llamado Chinto. ¿Os parece un nombre estúpido? Que lo es. Pero no lo despreciemos, es un detalle importante porque ahora, la cosa va de nombres.
Chinto tuvo la mala suerte de tener unos padres de dudosa confianza, de esos que estarían dispuestos a vender la dignidad de su primogénito sólo para ver si Zapatero deja caer alguna prima por ponerle ese nombre… con patrimonio. Y es que con los padres, es bien sabido que no se puede hablar y menos desde un útero.
Como os imagináis, Chinto ha sufrido por su nombre. Desde preescolar hasta bachiller, tuvo que soportar todo tipo de burlas, del tipo: “¿Cuántos dedos tienes en cada mano?” Y él, con resignación, contestaba: “Pues cinco” “Ja, ja, ¡por el culo te la Chinto!” Pero los ejemplos son lo de menos. Lo verdaderamente importante es saber que, a raíz de ese significativo trauma, Chinto desarrolló una empatía hacia todo aquello que tuviera un nombre especial.
El caso es que a pesar de esa tara social impresa en su DNI, mi amigo triunfó. Nada más y nada menos que en el mundo de la literatura. Chinto tiene a día de hoy un privilegiado puesto en una editorial, sentado en un poderoso asiento con ruedecillas desde dónde decide qué se publica y qué no. Chinto se considera un auténtico caza-talentos en cuanto a perlas literarias. Yo tengo serias dudas al respecto, y me entenderéis cuando os explique por dónde instauró su coto de caza para encontrar algún título interesante.
Lo hizo en el foro de Laura Gallego García. Que a ver, admito que tuve parte de culpa. Yo le dije que en ese foro todas las historias colgadas tenían títulos impresionantemente atractivos, textualmente. El problema es que este señor editor no capta la ironía a menos que se la pongas en cursiva.
Pero regresando a nuestra aventura, Chinto se adentró en ese lóbrego subforo llamado Escritores. (Lo he puesto en cursiva, fijaos). Y en Escritores hay millones de historias. Millones de historias con esa clase de títulos por los que Chinto siente ternura. Títulos que como su propio nombre, no hay por dónde cogerlos.
El hombre me habló muy entusiasmado de miles de historias. No recuerdo el nombre de ninguna, pero da igual, me los voy a inventar. Sí, habéis oído bien, me los voy a inventar, pero os apuesto cuatro vacas a que algunos os suenan de algo. Será un experimento de lo más esclarecedor.

Bien, pues empiezo con los títulos más humildes en imaginación.
Lágrimas de Cristal; Nubes de algodón; Las estrellas del cielo; Corazón de piedra/hielo/argamasa; Historia de una piruleta; Soy una piruleta; Mi piruleta multicolor; Piruletas & Co; Me gustan las piruletas, pero mucho más tu pirulo (Cómo veis, las piruletas dan mucho juego. Deberían abrir un género sólo para esas historias); Chocolate caliente; Isabel/María/Julia (insertar nombre femenino); Rosa/Cielo/Gato/Beso negro (sí, el negro también es bastante recurrente); Son títulos inconfundibles, títulos que los lees y dices “Esto está colgado en Laura Gallego”. Que en su inmensa mayoría llevan palabras como sueño, fuego, secreto, muerte, estrella, ángel, sombra, otoño (o cualquier otra estación), toda clase de colores, sangre y demás cosas tópicas. Pero hay más, hay mucho más… Porque están esos títulos tan audaces que están a un paso todavía más allá y se atreven a mezclar cliché con cliché. Vamos, lo ejemplifico, que me gusta hacerlo: Ángel Negro; La sombra de la estrella; Secretos de otoño; Sangre de sueños; Muerte azul; o hasta cosas tan absurdas como “Rojo amarillo”…
Ese es el primer grupo en el que se puede encuadrar un 87,49% de las historias del lugar. ¿Y sabéis lo peor de todo? Es que hay gente que usa cosas parecidas para sus nicks, no obstante, de eso hablaremos otro día.

Aunque luego está otro género que a mí, personalmente, me fascina. Un grupo al que yo llamo Costumbrismo contemporáneo, aunque otros expertos en la materia prefieran llamarlo Índice de fracaso escolar. Para los que no sepáis lo que es el costumbrismo, os haréis rápidamente a la idea.
Bien, pues empiezo con títulos como: S.O.S. Sólo veo a subnormales (Esta autora también escribiría: Mi reflejo en el espejo, IMPRESCINDIBLE para entender la primera parte); Mi novio es un caballo; Diario de una chica (a)normal; Soy una loca/trastornada/pringada (eso tiene que ser autobiográfico, sino, no lo entiendo); Mi vida es una mierda; Princesa sin corona (Con ese título, tiene que ser descendiente de los Borbones a huevos); A punto de suicidarme, repito: Mi vida es una mierda; Mi verano es un infierno; Mi padre es una yegua; etc.
¿Habéis entendido el concepto? Entonces, prosigo con el análisis que sonsaqué de mi amigo Chinto.

Continuemos con esos títulos que me hacen una gracia desmedida. Son esos que ponen en otros idiomas. Así, sin venir a cuento. Da igual que el protagonista se llame Manolo, la novela se ambiente en España y el autor demuestre que no sabe escribir ni en castellano, el título se pone en inglés o en francés y punto. Personalmente, creo que lo hacen para que yo no pueda encasquetarlos en la primera categoría de la que os hablé. Usan a su favor ese tópico de decir: Es que en francés/inglés suena todo mejor. Claro, suena todo mejor porque lo oyes hablar y básicamente, no te enteras de nada. Por ejemplo, os digo Omelette, y os suena precioso. Seguro que vendrá algún inteligente y dirá: “¿No se llamaba así la protagonista de Los miserables, Victor Hugo? Que buen gusto” Lo habéis leído y os habéis dicho: ¡Qué elegancia! ¡Soberbia reencarnada en un nombre! Para esa gente, me abstengo de pasarlo a español, no se lo merecen.
Lo de traducir el título es un claro análogo al dicho de “Ojos que no ven, corazón que no siente”, sólo que menos romántico: “Español que no entiende el título; un lector que te has ganado”. Para probároslo, vamos a traducir algunos títulos ya mencionados.
Larmes en cristal o Crystal Tears; Nuages en coton o Cotton Clouds; Coeur de Pierre o Stone Heart; Histoire d’une sucette o Lollipop’s Story. ¿A que suenan tiernos? ¿Dulces? ¿Interesantes? Pues es lo mismo de antes. Lo que pasa es que como os da pereza ir al traductor Google o al instituto, os la meten doblada.

Y es así como hemos llegado a un punto en el que os preguntaréis. “Vale, muy bien, tío. Gracias por cepillarte mi inocencia, ahora entro con miedo en Escritores. ¿Qué hago? ¿Qué leo?” Amigos, sólo os queda leer un género muy distintivo. El género al que pertenecen esas historias de fantasía con nombres impronunciables. Porque son los únicos títulos con los que no te puedes hacer una idea de lo que te espera. ¿Es que vosotros sois capaces de tener algún prejuicio de algo como esto: “El príncipe de Ojksfgghd”? No. ¡Pues adelante!

Ahora que por fin hemos llegado al final de esta historia, os lo pido: Recordad los criterios que os he expuesto e id a ese subforo. Llegados allí, poneos a contar cuantas historias coinciden con lo que expliqué. Veréis como los resultados son sorprendentes.

¡Y con esto, me despido! ¡Muchas gracias y seguid escribiendo, no me pongáis triste a mi amigo Chinto!

2 comentarios:

  1. *Asiente sabiamente*

    No sé si sentir admiración o bochorno por este artículo. Lo primero sería por obvias razones. Lo segundo... bueno, porque hace unos años yo encajaba perfectamente en alguna (o todas) esas categorías de títulos. De hecho, es probable que aún a veces siga haciéndolo. Gosh.

    Pero me gusta. Sep. Muy cierto todo; no tengo más que decir.

    Te sigo el blog, ¿ah? e.e.

    ResponderEliminar
  2. ¡Oh, muchísimas gracias! ^O^ Tu comentario es honorable tanto por la admiración (otra vez, gracias) como por admitir el bochorno ^^ Las cosas son como son, y todo se mejora en esta vida. Para eso están las críticas, para ayudar al crecimiento... y si se intentan hacer con un mínimo de humor, supongo que mucho mejor, ¿cierto?

    ¡Otra vez, muchas gracias, fiel creyente!

    ResponderEliminar